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En el mundo usual y cotidiano los padres y familiares van siguiendo cada etapa del crecimiento de su hijo, sin embargo a partir del primer año de vida se dan cuenta de que este no va evolucionando como lo esperado, por lo que empieza a haber frustración y desesperanza en la familia. Comienzan a observar que su hijo vive en su propio mundo al que no se puede llegar porque no habla, grita sin causa alguna, se balancea todo el día y mira durante horas fijamente un objeto. Ante estas observaciones diferentes con respecto a otros niños los padres recurren al pediatra u otro médico, quien luego de varios exámenes diagnostica el autismo (una discapacidad severa y crónica del desarrollo). Esta entidad aparece durante los tres primeros años de vida, es más común en varones que en mujeres y se manifiesta en cualquier raza, etnia y clase. Las personas con autismo tienen un promedio de vida igual que las personas de la población en general.
El autismo constituye una dificultad a nivel social y de conducta que afecta a 5 de cada 10,000 niños nacidos y que es casi 4 veces más frecuente en el sexo masculino.
Pueden atribuírsele varias causas biológicas, aunque ninguna guarda relación específica con el problema. También el riesgo de recurrencia en familias con un niño afectado se estima entre el 3% a 8%. De los 15 genes que se han investigado en los últimos años, 2 a 4 de ellos intervienen en los síntomas principales que veremos más adelante, y el resto son los que determinan la gravedad de la enfermedad provocando cuadros de epilepsia o retrasos mentales.
Las características evolutivas del autismo son:
En esta etapa los trastornos son similares a los de individuos con retraso mental, con alteración de la conducta y agresividad. En esta etapa el cuidador se siente bastante desgastado por la situación de impotencia y tristeza que le representa ver la evolución de su ser querido. Las madres en su mayoría suelen cursar con episodios depresivos y con ansiedad, ya que llevan la carga del cuidado de sus hijos y llegan a un punto en el cual no saben cómo pedir ayuda. En este momento llegamos a un punto crucial y me refiero a que se vale pedir ayuda, porque también existe la "ayuda para el que ayuda." Puedo ver constantemente a las madres o al cuidador en desgaste total al llegar a la consulta y no son capaces en ocasiones de darse cuenta de que necesitan ser ayudados ellos primero y hacer un alto para poder continuar. Es bueno darse cuenta y aceptar cuando se está mal, pues eso es de valientes; no es de valientes el negarlo y no enfrentarlo.
Las personas con autismo pueden mostrar una amplia gama de síntomas, en la que se incluyen:
Los niños autistas presentan mayor riesgo de padecer de otras enfermedades como el síndrome de cromosoma X frágil (el cual provoca retraso mental), esclerosis tuberosa (en el cual crecen tumores en el cerebro), epilepsia, el síndrome de Tourette, discapacidades de aprendizaje y trastorno de déficit atencional.
Por razones que aún no están claras, entre el 20 y 30 por ciento de los menores autistas desarrollan epilepsia cuando llegan a ser adultos. Si bien algunas personas con esquizofrenia pueden mostrar una conducta de tipo autista, sus síntomas generalmente no aparecen hasta cerca de los 20 años o en la etapa de adultos jóvenes.
Son de poca utilidad las pruebas metabólicas, los estudios cromosómicos y los registros electroencefalográficos. Tampoco se dispone de fármacos o tratamientos curativos. Aunque muchos pacientes no requieren medicación, algunos psicotrópicos pueden ser útiles en ciertos casos. El metilfenidato mejora la capacidad de concentración y los antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina controlan las estereotipias (repetición involuntaria de expresiones verbales, gestos y movimientos). En general, la intervención más eficaz es la educación temprana intensiva dirigida a compensar las alteraciones de la conducta y de la comunicación.
Los padres necesitan asesoramiento, orientación, apoyo y a menudo es preciso mejorar el sentimiento de culpa. También necesitan información sobre las escuelas y grupos de ayuda a los que pueden recurrir. Los adolescentes y adultos autistas deben recibir adiestramiento ocupacional que les permita desempeñar una actividad remunerada y prepararse para su futura convivencia en albergues apropiados, ya que la familia no puede protegerlos indefinidamente. Es importante propiciar las condiciones para que solo una minoría de autistas estén recluidos en instituciones psiquiátricas y para que todos tengan acceso a los beneficios del diagnóstico precoz y de una educación continuada.
¿Cómo ha sido tu vivencia con él o ella? ¿Ha recibido algún tratamiento por alguna situación en especial?
May 03, 24 07:00 PM
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